FRENTE AL CAPITALISMO EN CRISIS SOLO HAY UNA ALTERNATIVA: REVOLUCIÓN SOCIALISTA!
   
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  Reportaje a Martín Hernández
 
El veredicto de la historia confirma el programa trotskista


A 20 años de la caída del Muro de Berlín

 

El 9 de noviembre de 1989, caía del Muro de Berlín, uno de los hechos centrales del siglo XX. ¿Este hecho significó "el triunfo definitivo del capitalismo y el fracaso del socialismo"? ¿Tienen razón los que, en la izquierda, abandonaron la lucha por el socialismo y pasaron a buscar "humanizar al capitalismo"?  ¿O los que hablan del fracaso del "modelo leninista de partido y Estado"? Para responder a estas preguntas, y reafirmar el programa trotsquista, Martín Hernández, dirigente de la LIT-CI, escribió El veredicto de la Historia, cuya versión en español acaba de ser presentada en Argentina.     

 

Presentamos a continuación, el informe que Lucha Socialista (periódico del FOS, sección argentina de la LIT-CI) realizó sobre la presentación del libro en Rosario y Buenos aires (Argentina) y, luego, el reportaje realizado a Martín Hrnández sobre su contenido.

 

El viernes 30 de octubre, el FOS realizó, en el Hotel Bauen de Buenos Aires (que funciona recuperado por sus trabajadores) la presentación del libro de Martín Hernández,  El veredicto de la historia.  El evento fue abierto por Eduardo Barragán, que explicó la importancia de poder retomar  el debate sobre los grandes hechos del Este europeo, cuando se están cumpliendo 20 años de la caída del Muro de Berlín y 92 años del triunfo de la revolución rusa.

 

Al cumplirse estos 20 años, resurgen las diferentes expresiones de los propagandistas del imperialismo que intentan utilizar esas grandes movilizaciones de masas para su campaña de que "el socialismo murió" y de la "superioridad  del capitalismo". Claro que, en medio de la crisis del sistema capitalista mundial, esas afirmaciones tienen mucho menos peso que en 1989.  Pero, de cualquier manera, siempre tendrán la capacidad de confundir a los luchadores, en la medida en que, desde el lado de la revolución, aún no hay una claridad total sobre el carácter y las consecuencias de los procesos del Este europeo de 1989-91.

Eso reafirma la importancia de trabajos de investigación como el que ha realizado Martín Hernández, que como él afirma,   no pretenden cerrar la discusión, sino que son primeros pasos para avanzar en la comprensión de esos acontecimientos y de las tareas que ellos plantean a los revolucionarios.

 

El interés que este tema origina, se vio reflejado en los más de 200 compañeros que se hicieron presentes para participar de la charla debate. Muchos de ellos eran  ex militantes del viejo MAS, del  Partido Comunista, de la Fede.,  También estuvo presente una delegación de Convergencia de Izquierda,  así como jóvenes estudiantes y obreros que están participando de los últimos procesos de lucha y que sienten la necesidad de comprender esos grandes hechos del pasado para avanzar con más seguridad hacia el futuro.

 

El día anterior, se había realizado una presentación en Rosario, organizada por los compañeros del Espacio Cultural La Toma. Uno de sus dirigentes, el compañero Carlos Ghioldi, abrió presentando al autor  y, después de la charla, coordinó el interesante debate que se abrió entre los presentes. Participaron delegados del gremio de comercio,  de Malhe y otras importantes fábricas de la zona.

 

A continuación, reproducimos un extenso reportaje a Martín Hernández  en donde se refiere a los diferentes aspectos que desarrolla en su libro.

 

REPORTAJE A MARTÍN HERNÁNDEZ

 

"Si no entendemos lo que pasó, no sabremos cómo seguir"

 

¿Que es lo que te impulsó a escribir este libro?

 

La necesidad de dar una respuesta programática, es decir de llegar a la compresión de la situación y las tareas que están planteadas a partir de esos grandes hechos.  Como dice  Trotsky, en el siglo XX el socialismo mostró su razón de ser, no en las páginas de El Capital, sino en el terreno del cemento y del acero, porque la revolución rusa demostró  que era una idea realizable. Se mostró que un país podía funcionar sin burguesía y, a partir de ahí, lograr un desarrollo extraordinario. Se mostró que la burguesía era una clase parasitaria y que el desarrollo de la humanidad dependía de su destrucción. Y eso se volvió a mostrar, después de la II Guerra, cuando se expropia a la burguesía en un tercio del planeta.

Todo eso lo vivimos en el siglo XX y, a finales del mismo, se provocan los dos grandes acontecimientos que estamos discutiendo. Por un lado se restaura al capitalismo y por otro lado grandes movilizaciones de masas voltean a los regímenes del partido comunista que llevaron a esa restauración. Eso va a provocar enormes dudas y confusión en millones de personas que luchaban por el socialismo. La primera gran duda: ¿la restauración, que viene a cerrar  ese proceso del siglo XX, no estaba indicando un balance definitivo de la historia, donde se mostraba que, aunque  el socialismo fuese una bella idea,  no había nada superior al capitalismo, como ya había dicho Churchill?

A partir de ahí,  millones de personas sacan conclusiones muy negativas. Unos se decepcionan y abandonan todo tipo de militancia por el socialismo y se van a sus casas. Otros llegaron a la conclusión que el socialismo era imposible y se volcaron a ganar espacios dentro del capitalismo; es decir, se volvieron reformistas. Hay grandes autores, como Tarik Ali que dicen, por ejemplo, que en Venezuela no existe socialismo  ni nada parecido. Pero, dado que el socialismo es imposible,  hay que buscar lo más progresivo dentro del capitalismo y que, por eso, hay que apoyar al gobierno burgués de Chávez. Esto que Tarik Alí expresa con total claridad, gran parte  de la izquierda lo justifica en nombre de los "diferentes caminos al socialismo" o del "socialismo del siglo XXI".

Por otra parte, entre los que continuaron luchando por el socialismo, surgieron otras grandes discusiones. Por ejemplo, ante el temor de construir partidos parecidos a los PC estalinistas, se llega al cuestionamiento de la construcción del partido. Así surgen sectores que dicen: "socialismo sí, pero partido no"; "no la dictadura del proletariado", "no al camino estatizante", etc.

 

¿Estas confusiones y crisis, que se dan no sólo a nivel de la vanguardia, sino también a nivel del movimiento trotskista, son similares a las que se dieron después de las expropiaciones de la segunda posguerra?

 

Para mi no. En la posguerra se dieron expropiaciones de la burguesía, sin que encabezase la clase obrera y sin la dirección del partido revolucionario, con direcciones históricamente contrarrevolucionarias. Esto que sí había sido previsto por Trotsky, aunque no como lo más probable,  provocó una crisis en el movimiento trotskista. Unos no reconocieron esas revoluciones y el carácter obrero, aunque burocratizado, de los nuevos estados. Por otro lado, entre los que correctamente reconocieron el carácter obrero de esos estados, surgió un sector que capituló a las direcciones burocráticas o pequeño burguesas que encabezaron esas revoluciones. Pero esas posiciones liquidacionistas fueron minoritarias  La mayoría continuó combatiendo a la burocracia estalinista. Ahora,  se dio lo opuesto. El conjunto del movimiento trotskista entró en una gran confusión y dentro de eso, la amplia mayoría no es sólo que va a la capitulación, sino que abandona el programa trotskista.

Los que continuamos defendiendo el programa trotskista y la reconstrucción de la IV Internacional somos una minoría. Y entre los que lo hacemos continúa la confusión. No tenemos claridad absoluta de lo que pasó y por qué. Eso es muy peligroso, se corre el riesgo de que militemos por fe. Y nosotros somos marxistas, somos científicos, no nos mueve la fe.  Por ejemplo, no seguiríamos siendo socialistas si el capitalismo demostrase su superioridad.

En el libro, yo abordó ese tema. Trotsky decía que la restauración provocaría un deterioro cualitativo de las condiciones de vida y de la cultura. Eso se vio rápidamente, hoy hay un crecimiento poblacional negativo en Rusia producto no de que bajaron los nacimientos, sino del aumento considerable de las muertes evitables que se dieron después de la restauración. Por otro lado, los datos del Banco Mundial dicen que en el mundo el aumento de los hambrientos es de 100 millones por año. Y, como última prueba, tenemos la crisis del sistema capitalista que estamos viviendo. Nada de esto muestra la superioridad del capitalismo, sino todo lo contrario.

Lo que pasó fue algo que estaba previsto por Trotsky desde la década de 1930, cuando la URSS estaba en pleno apogeo.  En ese momento, Trotsky dice que, si la burocracia continuase dirigiendo ese estado, la restauración sería inevitable. Y que la única forma de evitar la restauración era con el triunfo de la revolución política. Es decir, la revolución que, manteniendo las bases económicas del estado, desplazase a la burocracia y pusiera  a la clase obrera en su lugar. Esas revoluciones se dieron, en  1953, en Alemania; en 1956, en Hungría; en 1968, en Checoslovaquia; en tres oportunidades en  Polonia. Pero todas fueron derrotadas. La burocracia continuó en el poder y llevó a la restauración. Por eso yo digo que el veredicto de la historia confirmó, por la negativa, las definiciones centrales y el programa de Trotsky.

 

¿Cómo se llegó a eso?

 

Esos estados obreros que habían tenido un crecimiento espectacular y que parecían que iban hacia el socialismo, comenzaron a entrar en crisis económica, ya en la década de 1960. A nivel del Este europeo, la respuesta de la burocracia no fue expandir la revolución, sino estrechar las relaciones comerciales con los grandes centros imperialistas. Eso va a desarrollar un gran intercambio comercial, completamente desigual, y todas las economías del Este terminan en una crisis brutal. La respuesta nuevamente es apelar al imperialismo, esta vez a los créditos "baratos". Así, a comienzos de los 80, estos estados, que eran independientes del imperialismo, comienzan a tener un grado de dependencia  completa vía la deuda externa, que los coloca al borde de la quiebra. La burocracia, ante el temor de que esa crisis provoque una convulsión social, se entrega totalmente al  imperialismo. Todo esto confirma la posición de Trotsky.

Entonces,  ¿por qué el movimiento trotskista, de conjunto, no salió fortalecido? Porque no supimos ver lo que estaba pasando. No supimos ver cuando el proceso de restauración dio el salto cualitativo y cambió el carácter de clase de esos estados. Y ese salto se da cuando la burocracia no sólo aplica algunas medidas restauracionistas sino cuando toma una medida básica: la de destruir los tres pilares que restaban del estado obrero: el monopolio del comercio exterior, la economía estatizada y la planificación económica central. En China, esto se da a partir de 1978, cuando se vota en el Comité Central del PC chino  "las cuatro modernizaciones". En la ex URSS, esto ocurre con la  "perestroika" de Gorvachov  a partir de 1986. Con estas medidas se  producen cambios cualitativos en las leyes que les permiten  acabar con el  monopolio del comercio exterior, liquidar la planificación central y admitir la propiedad privada  de los medios de producción. Habría que precisar, país por país, en qué momento se da ese salto cualitativo en cada caso. Pero, desde el punto de vista burocrático, todas esas economías que dependían de la ex URSS, no tenían otra salida que acompañarla en el camino de la restauración.

Los trotskistas no vimos eso y algunos no lo ven hasta hoy. Por ejemplo, después que se terminó de ver la restauración en el Este, importantes sectores dicen que no hay restauración en Cuba, China y Vietnam. ¿Por qué? Porque al frente de esos estados están los partidos comunistas.  Esto demuestra una confusión tremenda en un sector del movimiento trotskista (acá ya no nos incluimos). La restauración vino del partido comunista. Por lo tanto, donde se conservaron los PCs, la restauración avanzó más rápido, con menos contradicciones.  Es el caso de China. Ahí, después de la restauración (en 1978), se dan las grandes movilizaciones de 1989, que son aplastadas por una gran masacre. A partir de ahí, el PC impone una dictadura aún más fuerte y el imperialismo siente una gran confianza para invertir. Por eso, hoy. China es la fábrica del mundo: el 50% de lo que exportan las 500 multinacionales más importantes del mundo  sale de China. ¿Por qué? Porque la dictadura del PC les permite un grado de explotación como no existe en ningún otro lugar del mundo.  Algo similar pasa con  Cuba. Un estudio de Greenpeace dice que de cada 10 hoteles cubanos, 7 son españoles, siendo que el turismo es la principal entrada de divisas en la Isla. ¿Qué tiene esto de economía no capitalista?

 

¿Se puede decir que todo el movimiento trotskista  actuó igual frente a los ex estados obreros degenerados?

 

No. Una cosa es que de conjunto no viéramos cuando se dio el salto cualitativo  hacia la restauración, otra cosa  es quién tuvo una política capituladota frente a las burocracias y quiénes siempre las enfrentaron. Por ejemplo, Ernst Mandel y Pierre Frank [dirigentes del llamado Secretariado Unificado de la IV Internacional] venían diciendo que no había ninguna posibilidad de restauración del capitalismo. Eso, de hecho, era una capitulación al imperialismo, que siempre tuvo una ofensiva restauradora. Pero había una capitulación peor a la burocracia, ya que decían que la burocracia, en defensa de sus intereses, nunca podría restaurar al capitalismo.  

Sobre eso, dentro del movimiento trotskista hubo posiciones diferentes. Nahuel Moreno siempre polemizó  (desde adentro y desde afuera del SU) contra esa concepción. En su libro, La dictadura revolucionaria del proletariado, ataca con dureza esa posición de Mandel y dice lo que siempre dijo Trotsky: que mientras no se le conceda la libertad a la burguesía para explotar, mientras no se acabe con el estado obrero, aunque esté burocratizado, todo el capitalismo va a considerar a la URSS su enemiga, por más proezas contrarrevolucionarias que haga Stalin. Ese mismo concepto lo toma Moreno: dice que mientras no se restaure el capitalismo habrá una presión permanente por restaurar. Y agregaba que la propia burocracia, cuando se viera amenazada por la explosión de las masas, se volcaría de pies y  manos a la restauración. Entonces,  Mandel  desarmaba al movimiento trotskista, mientras que Moreno alertaba que se iba a dar lo que después se dio.

De cualquier manera, hay un error también en Moreno, que nosotros después seguimos: no ver cuándo se concretó esa restauración. No vio que en 1978 ya se había restaurado el capitalismo en China. Él tiene un trabajo sobre China, muy bueno (se publicó en Correo Internacional, en 1985) donde analiza todo el proceso de restauración que se está dando. Pero, al final, dice que no hay restauración porque, para haberla, sería necesario imponerla con una dictadura similar a las de Pinochet  o Videla. Al asegurar eso, Moreno sigue a Trotsky quien también afirmaba que la restauración sólo se podría imponer a través de una represión sangrienta. Desde el punto de vista del contenido, Trotsky tenía razón ya que sólo se logró la restauración porque hubo una gran masacre a partir de la década de 1930. Pero, justamente por lo que decía Trotsky que lo que había surgido de ese genocidio, era un régimen similar al fascismo, no era necesaria una nueva masacre cuando la burocracia asumiese la restauración.  

 

El resultado de estos procesos, ¿fue un triunfo o una derrota?

 

El problema es que se trata de dos procesos de carácter opuesto, que se dieron en diferentes momentos, aunque muy próximos en el tiempo.  Primero, se da la restauración del capitalismo. Eso, sin ninguna duda, es algo negativo, una derrota muy importante, ya que se trata de la reversión de la gran conquista obrera del siglo, la expropiación de la burguesía. Esa derrota tuvo consecuencias: provocó desmoralización,  confusión y  dudas en el movimiento de masas. Pero no lo aplastó ni lo paralizó. La prueba es que, pocos años después, se dieron las grandes movilizaciones que voltearon a los gobiernos y regímenes de los  partidos comunistas responsables de la restauración. Esta vez el estalinismo pagó cara su traición.

Yo decía en la charla, que opino que hay tres grandes victorias de carácter estratégico de la clase obrera desde que ésta existe: el triunfo de la revolución rusa, en octubre de 1917, la derrota del fascismo en la II Guerra Mundial y la tercera gran victoria es la derrota del aparato estalinista. Hubo muchos intentos antes, pero nunca se consiguió derribarlo con movilizaciones nacionales. Era tan poderoso que, al igual que con el fascismo, se necesitó de una movilización internacional para poder derrotarlo.

Yo creo que esa gran victoria nos coloca en mejores condiciones para superar el gran problema de la humanidad que, como decía Trotsky, es la crisis de dirección revolucionaria. Porque se destruyó al aparato central del estalinismo, el gran obstáculo para construir la dirección revolucionaria. Eso no quiere decir que sea una tarea fácil. Nunca lo fue. Pero ahora hay un elemento contradictorio que tiene que ver con la confusión y desmoralización que provocó la derrota. Por eso, no hay tarea más importante que clarificar el carácter de la derrota y del triunfó que se dieron. Si no lo hacemos, si no entendemos a fondo que pasó, no sabremos como seguir. En ese sentido, nosotros no creemos ser los dueños de la verdad absoluta. Este libro y estas charlas son  sólo primeros pasos.  Lo importante es saber si estos pasos lo estamos dando en el sentido correcto o no.
 
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