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  Honduras: La Resistencia en una encrucijada
 

La resistencia hondureña en una encrucijada


En el momento de escribir este Correo Internacional, casi siete semanas después del golpe de Estado en Honduras que derrocó el gobierno de Manuel "Mel" Zelaya y lo expulsó del país, se estaba desarrollando la "marcha sobre Tegucigalpa" llamada por el Frente de la Resistencia y otros sectores antigolpistas.

La marcha es una nueva demostración de que la resistencia al golpe se mantiene firme, a pesar de la feroz represión que lleva adelante el gobierno de Roberto Micheletti (que ya produjo varios muertos y cientos de detenidos) y de la trampa de las negociaciones con los golpistas, propuesta por el imperialismo yanqui, a través del presidente  costarricense Oscar Arias, y apoyada por Zelaya. Al mismo tiempo, si bien los golpistas no terminan de consolidar su situación, se mantienen en el gobierno, a pesar de la resistencia interna que enfrentan y de su aislamiento internacional.

En este marco, la LIT-CI, a la vez que reafirma su apoyo y su solidaridad incondicional con la resistencia de los trabajadores y las masas hondureñas, considera que es un momento oportuno para extraer algunas conclusiones de este proceso de lucha, que permitan ayudar a su desarrollo y a su  triunfo.

El centro es la lucha contra los golpistas

El centro de la movilización de las masas hondureñas es la lucha por derrotar a los golpistas. Es decir, la lucha por derrocar al gobierno ilegítimo de Roberto Micheletti. 

Una consolidación de los golpistas en el poder, incluso por medio de una "legalización" a través de las elecciones, significaría un triunfo de la reaccionaria burguesía hondureña y de las FF.AA., que quedarían en mejores condiciones de atacar aún más a los trabajadores y a las masas.

A través del Plan Arias, el imperialismo intenta una vuelta de Zelaya maniatado por un pacto que preserve a los golpistas y evite que sean castigados por su acción.

Por el contrario, una derrota de los golpistas significaría un gran triunfo de las masas hondureñas, y abriría la posibilidad de un proceso revolucionario en la que puedan luchar también por cambiar las profundas raíces socioeconómicas que hoy las condenan a la pobreza y a la miseria. Nos referimos a la colonización imperialista, a la propiedad latifundista de la tierra, a las maquilas, etc. En otras palabras, para avanzar en la perspectiva de la lucha por el socialismo, hoy es necesario luchar contra los golpistas y derrotarlos.

Hace más de 20 años que no hay golpes triunfantes en Latinoamérica: las dos últimas intentonas (en Venezuela, contra Chávez, en 2002; y la de Hormando Vaca Diez, en Bolivia, en 2005) fueron derrotadas por la acción del movimiento de masas. En ese sentido, un triunfo o una derrota de las masas hondureñas serían, también, un triunfo o una derrota de las masas de todo el mundo, en especial las de Centro y Latinoamérica. Esa es la razón profunda por la debemos redoblar el apoyo y la solidaridad con su lucha.  

Por qué reivindicar la vuelta de Zelaya al gobierno

En el marco de una amplia unidad de acción antigolpista en Honduras y en el mundo, que abarca desde sectores burgueses hasta el conjunto de la izquierda, existe un debate sobre, por lo menos, dos cuestiones centrales. Por un lado, cuál debe ser el programa de la lucha contra el golpe y, por el otro, con qué metodología se debe llevar adelante esta lucha. 

Uno de las cuestiones más discutidas es si se debe o no reivindicar la vuelta de Zelaya al gobierno, como hace la LIT-CI y otras organizaciones, porque se trata de un "dirigente burgués". Por lo tanto, reivindicar su restitución en el poder sería "capitular a la burguesía".

La LIT-CI no tiene ninguna confusión sobre quién es Zelaya: un dirigente burgués reaccionario proveniente de la oligarquía hondureña y del riñón del sistema político burgués que apenas rozó superficialmente los intereses de su clase. Tampoco tenemos ninguna confusión sobre su actual política de capitulación al plan negociador con los golpistas del imperialismo y sobre el papel de freno a la movilización que viene jugando.

Pero sectores mayoritarios de las masas hondureñas lo ven como "su" dirigente y están dispuestas a luchar contra los "poderes establecidos" para que vuelva al gobierno. No es la primera vez que las masas de un país están dispuestas a luchar por la vuelta de un dirigente burgués. En Argentina, por ejemplo, después del golpe que lo derrocó en 1955, las masas lucharon durante casi dos décadas por la vuelta de Perón, con una dura resistencia que incluyó varias semi-insurecciones. Lo mismo aconteció, en Venezuela, con la lucha que derrotó al golpe de abril de 2002 y restituyó en el poder a Hugo Chávez.

Y estos procesos de lucha, si bien contienen el elemento negativo de la confianza en la dirección burguesa, son muy progresivos (e incluso pueden, abrir una dinámica revolucionaria) porque enfrentan a los "factores de poder": los sectores más concentrados de la burguesía y las FFAA.

Por otro lado, la "vuelta" del "dirigente burgués", en este caso de Zelaya, es un elemento imprescindible para que las masas puedan hacer la experiencia con él y avanzar en su consciencia, superando los límites impuestos a la movilización de las masas por esa dirección.

No al plan Arias

Levantar la consigna de la vuelta de Zelaya significa que llamamos a desarrollar movilizaciones unitarias contra el golpe junto con los zelayistas, por esta reivindicación. Al mismo, tiempo, consideramos imprescindible realizar una crítica implacable de la política  que viene impulsando Zelaya en esta situación. 

Especialmente, su apoyo al Plan Arias (en realidad, Plan Obama-Clinton), Es decir, su política de mantener la resistencia en un terreno "pacífico" y sólo como un elemento para presionar a los golpistas a la negociación y no desarrollarla como la única herramienta capaz de derrocar al gobierno de Micheletti, a través de esta lucha.

Cualquier confianza en estas negociaciones como la vía central para la salida de los golpistas (como propone el propio Zelaya) llevará la resistencia a la derrota. Por lo mismo, es imprescindible que el rechazo al Plan Arias (o a cualquier otra negociación con los golpistas) integre claramente el programa de la resistencia.

La política de Obama

Antes de entrar en las consideraciones de cuál sería el camino para el avance de la resistencia al golpe, es necesario entender que el gobierno de Barack Obama representa un cambio, con respecto al de su antecesor George Bush, en la táctica política del imperialismo para enfrentar la situación mundial y la lucha de las masas.

Para evitar falsas discusiones, no tenemos ninguna confusión en que Obama defiende a fondo, al igual que Bush, los intereses imperialistas. Tampoco en que no es una "paloma de la paz" que abandone la "acción militar": basta ver su política de intensificación en la guerra de Afganistán o en su plan de utilización de las bases militares de Colombia.

Pero la derrota que sufrió la política de Bush (el "siglo americano" y la "guerra contra el terror") en Irak y Venezuela, y el curso desfavorable de la situación en Afganistán y Medio Oriente, etc., han obligado al imperialismo a cambiar su táctica y, entre otras cosas, no apoyar golpes de Estado en Latinoamérica. Que quedé entonces absolutamente claro: fue la lucha de las masas, y las derrotas infligidas a la política del imperialismo, y no la "buena voluntad" de Obama, las que le impusieron este cambio de táctica

En este marco, es evidente que el gobierno de Obama alentó las presiones de los "factores de poder" hondureños sobre el gobierno de Zelaya. Al mismo tiempo, después del golpe, el imperialismo se aprovecha de la situación para presionar Zelaya y hacerlo desistir de su plan de hacer una consulta sobre la Asamblea Constituyente y pactar con los golpistas.

Pero no impulsó el golpe como tal. En caso contrario, no se entiende que organismos como la ONU o la OEA, que difícilmente pueden ser calificados de "antiimperialistas", hayan votado resoluciones contra el golpe y de no reconocimiento del gobierno de Micheletti. Una política muy distinta de la que Bush tuvo en Venezuela, en 2002, o, de modo más generalizado, la de Richard Nixon, en las décadas de 1960 y 1970, organizando golpes militares en toda Latinoamérica. Es decir, en lugar de intentar derrotar los procesos revolucionarios a través  de golpes de Estado, pasa a utilizar la vía electoral, las negociaciones, los pactos o los acuerdos de paz para hacerlos retroceder.

También hay que ver que los golpistas, al mismo tiempo que aprovechan el espacio que les da la política negociadora de Obama, rechazan la vuelta de Zelaya al poder, aunque sea de modo muy condicionado para  transferir el mando al nuevo presidente electo, porque esa vuelta expresaría el símbolo de su derrota. 

Es imprescindible comprender este cambio de táctica del imperialismo para enfrentar el profundo peligro que representa la política real del gobierno de Obama para Honduras: la negociación con los golpistas a través del Plan Arias. Quien razona que es el gobierno de Obama el que está detrás del golpe en Honduras, queda en una posición que, por omisión, termina capitula a esta política concreta del imperialismo. Es decir no combate al Plan Arias ni su aceptación por parte de Zelaya. 

Los desafíos de la resistencia

Existe una primer tarea de la resistencia que es la de ampliar la lucha la lucha a todos los sectores que aún no se han movilizado o están en dudas, fortaleciendo así su base social.

Al mismo tiempo, estas semanas de lucha han demostrado que la "resistencia pacífica" llamada por Zelaya no es suficiente para derrotar a los golpistas y les ha permitido mantenerse en el poder. Para triunfar, es necesario superar este límite que, hasta ahora, Zelaya ha logrado imponer.

Por otro lado, nunca en la historia se ha logrado derrotar un golpe o una dictadura militar a través de métodos pacíficos, en los que las masas inermes enfrentan a formaciones militares o policiales especializadas.

Por el contrario, además del heroísmo que ya han demostrado las masas hondureñas, siempre fue necesario un endurecimiento y una radicalización de los métodos de lucha (incluyendo el aspecto militar del enfrentamiento y la defensa armada de las masas y sus movilizaciones), y una acción para dividir y debilitar el "frente militar" de los golpistas, explotando sus contradicciones. En la mayoría de los casos, las masas también debieron superar la política conciliadora hacia los golpistas de la dirección burguesa derrocada que conducía la derrota.

Aún está fresco el recuerdo de la derrota del golpe militar en Venezuela, en 2002. En peores condiciones que las actuales en Honduras (el imperialismo sí apoyaba ese golpe; Chávez estaba detenido y ya había "bajado los brazos), las masas venezolanas rodearon el palacio de gobierno, fueron a los cuarteles para conseguir armas y dividir a los militares, formaron los "círculos bolivarianos" para combatir, etc.

Fue esta insurrección, que superó los límites impuestos por la política de Chávez, la que permitió que, en menos 48 horas, derrotaran el golpe y derrocaran al gobierno de Carmona, obligando a los golpistas a traer a Chávez de vuelta al poder. Es muy importante sacar las conclusiones de cuáles fueron las acciones que permitieron el triunfo de las masas venezolanas.  

En el caso de Honduras, si bien Zelaya continúa siendo la dirección política de los sectores mayoritarios de las masas, la dirección cotidiana de la lucha ha estado en manos del Frente de la Resistencia al Golpe de Estado, que agrupa diversas organizaciones políticas, sindicales y sociales. El Frente ha rechazado la propuesta del plan Arias pero, al mismo tiempo, hasta hora, no ha marcado una clara diferenciación con Zelaya ni ha impulsado la superación de los límites que éste le ha impuesto a la resistencia.  

La LIT-CI llama a intensificar la movilización nacional e internacional contra el golpe. Es imprescindible,  la organización clasista independiente de las masas para luchar a fondo contra el golpe y derrotarlo. El Frente de la Resistencia ha realizado una convocatoria al "Boicot contra la Dictadura Militar-Empresarial de Roberto Micheletti". Apoyamos esta propuesta y pensamos que debe concretarse, por un lado, a través de la exigencia de ruptura de las relaciones con el gobierno de facto de los gobiernos de todos los países que aún no lo hicieron. Por el otro, la exigencia del boicot económico, principalmente de Estados Unidos y los países centroamericanos, como El Salvador.

16/08/09

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Artículos anteriores sobre Honduras:

Honduras: "Honduras Aguanta que el Pueblo se Levanta" 10/08/09

Honduras: Derrotar al golpe con una movilización popular! 30/07/09

Honduras: Derrotemos a los golpistas! 20/07/09


 
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