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  Egipto: El pueblo sale a las calles para derribar al dictador
 
El pueblo sale a las calles para derribar al dictador
   
Una revolución democrática recorre Egipto. El país es testigo de las mayores protestas de su historia, en este viernes 28. Centenares de miles salieron a las calles en varias ciudades para exigir el fin de la dictadura de Mubarak. Muchas mujeres y niños participaron de las protestas.

En Suez, los manifestantes salieron en masa a las calles, enfrentaron a la policía e incendiaron sus vehículos. En Alejandría, hay incendios y enfrentamientos que se diseminaron por toda la ciudad. Se queman carteles con fotos de Mubarak. En El Cairo, las protestas se aproximan al Palacio Presidencial. Hubo numerosos enfrentamientos con la policía y los manifestantes continuaron en las calles durante la noche. Más de mil personas fueron detenidas. Uno de los líderes de la oposición y Nobel de la Paz, Mohammad El Baradei, está bajo detención domiciliaria.
Una revolución en las calles
 
Escenas exhibidas por la red de la TV Al Jazeera son impresionantes. Varios manifestantes gritan ante los policías pidiendo el fin del régimen y la caída de de Mubarak. Un manifestante se colocó ante la cámara de la rede de TV y gritó “Abajo Mubarak”.

Ellos lanzan piedras y zapatos contra las fuerzas de seguridad, que no escatimaron en chorros de agua, gases lacrimógenos y balas de goma para contener a los manifestantes.

Las protestas aumentaron después del fin de las oraciones musulmanas del viernes. Los viernes, millones de personas en todo Egipto van a las mezquitas para efectuar oraciones. Líderes religiosos aprovecharon para pedir a la población musulmana para apoyar a las protestas. El día anterior, la Hermandad Musulmana, partido musulmán y el mayor grupo oposicionista del país, anunció su apoyo a los actos de hoy.

El gobierno cortó el internet para impedir que los manifestantes utilizasen la web y así impedir la coordinación de sus acciones. No funcionó. A las 18 horas (horario local) Mubarak decidió enviar al Ejército a las calles e impuso el toque de queda en El Cairo. Tal vez esa sea la última tentativa del dictador para preservar el poder. Así y todo, los egipcios continúan en las calles, a pesar del toque de queda impuesto por el régimen e incendiaron la sede del Partido Nacional Demócrata, de Mubarak. También hubo explosiones cerca del Ministerio de Información. Las imágenes de Al Jazeera muestran a manifestantes tratando de empujar un vehículo militar al río Nilo.

Después del toque de queda, vehículos blindados salieron hacia las principales avenidas de El Cairo. A pesar de la dura represión de las fuerzas de seguridad, sin embargo, decenas de miles de manifestantes no retrocedieron y fuentes de inteligencia dicen que las protestas ya se esparcen, por lo menos, en 11 de las 28 provincias egipcias. La TV de Al Jazeera exhibió escenas de la población cercando a los tanques militares y llamando a los soldados, todos literalmente atónitos, a adherirse a la revolución.

Según las últimas informaciones, el gobierno movilizó a la propia guardia presidencial para actuar contra la protesta en El Cairo, toda vez que el ejército parece ser ineficaz para reprimir a la población. La guardia presidencial fue desplazada al edificio de la TV estatal, que estaba bajo el ataque de los manifestantes.

Sembrando el desierto

Egipto fue el país más importante del mundo árabe a levantarse contra la dictadura después de una revolución que acabó con 23 años de dictadura en Túnez.

Como en el ejemplo de los tunecinos, los egipcios se quejan del desempleo, de la corrupción y del autoritarismo. El país enfrenta una fuerte inflación en los precios de los alimentos, lo que es particularmente trágico para una nación en la que más de la mitad de la población vive por debajo de la línea de pobreza, con 2 dólares por día.

Como si no bastase, los egipcios enfrentan una dictadura cruel hace más de 30 años. Así, el descontento económico se une a un profundo descontento político. Hay una rabia profunda por las injusticias, las desigualdades y la corrupción del régimen de Mubarak. El odioso dictador se aferra al poder y trata de imponer a su hijo para sucederlo, algo que desagrada incluso a los burócratas y militares que lo sostienen en el poder.

“Es la primera vez que protesto, porque nos transformamos en una nación acobardada. Pero, finalmente, estamos diciendo No”, expresó a la Associated Press Ismail Syed, un trabajador de un hotel que lucha para vivir con un salario de 50 dólares al mes.

La revolución de Túnez también detonó el gatillo de varias protestas en el mundo árabe. En Argelia, reventaron también protestas en el país, y el gobierno respondió con la tradicional fuerza bruta, dejando varios muertos y decenas de heridos, pero ensayó un paso atrás, bajando el precio de algunos productos, lo que mostró su preocupación ante la rebelión popular. Sin embargo, la revuelta no disminuyó. En Argel y muchas otras ciudades, las masas populares saquearon edificios del gobierno y agencias bancarias y se quemaron carros.

En Jordania, este viernes miles salieron a las calles en la capital Amán contra el costo de vida y la política económica del gobierno. Las protestas también llegan a Yemen, el más pobre e inestable de los países árabes. El jueves pasado, por lo menos 16 mil yemenitas se manifestaron en la capital, Sanaa. El jefe de Estado, Ali Abdallah Saleh, está en el poder hace casi 33 años.

Gobierno pende de un hilo

La situación política de Mubarak se deteriora a cada momento. Las protestas colocaron en jaque a su gobierno y amenazan derrumbarlo. Fiel aliado del imperialismo norteamericano en el mundo árabe, Mubarak es, al lado de la dictadura saudita, uno de los tentáculos de Israel en Medio Oriente –participó del odioso bloqueo a la Faja de Gaza impuesto por el Estado sionista. Además, recibe de EEUU más de 2 mil millones de dólares, la mayor ayuda recibida del imperialismo después de Israel. El imperialismo le tiene horror a la revolución en Egipto, que puede incendiar todo el mundo árabe. Por eso, según todo indica, ante la magnitud de las protestas, el gobierno de EEUU ya prepara alguna “salida alternativa” a la continuidad de Mubarak. Un indicador fue la declaración de la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton: “Estamos preocupados con el uso de la fuerza. Pedimos al gobierno de Egipto que contenga a sus fuerzas de seguridad. Los manifestantes deben tener el derecho de expresarse pacíficamente (...). Egipto debería permitir las manifestaciones”, dijo. La declaración indica que el imperialismo podrá dejar a Mubarak a su propia suerte: en lugar de apoyo incondicional a Mubarak, ahora habla de “reformas”.

Por otro lado, el dictador podría intensificar la represión sobre el pueblo y derrotar la revolución. Pero eso también podría acelerar su caída. La posibilidad de que el Ejército remueva a Mubarak (o salir de la contienda para dejar que caiga) no puede ser descartada. Si fuera así, la medida se asemejaría mucho a lo que sucedió en Túnez con Ben Alí. Pero, ¿la simple remoción del dictador aplacaría la furia de la población? Es probable que no, a juzgar por la continuidad de las masivas protestas en Túnez luego de la caída de Ben Alí. El pueblo de Egipto ya mostró que no aceptará nada menos que un cambio radical y el fin total del régimen.

1/2/10

 
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