FRENTE AL CAPITALISMO EN CRISIS SOLO HAY UNA ALTERNATIVA: REVOLUCIÓN SOCIALISTA!
   
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  BRASIL: Las protestas por el precio del transporte se esparcen por el país y se profundiza
 
 
Protestas contra el aumento de la tarifa de transporte se esparcen por el país


Escrito por PSTU, sección brasileña de la LIT-CI.

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Manifestaciones colocan a la orden del día la discusión sobre el transporte público.
 
Las calles de varias ciudades del país están siendo tomadas por manifestaciones contra el aumento de las tarifas del transporte público. La victoria conquistada en Porto Alegre, Natal y Goiânia, cuyas protestas consiguieron frenar el reajuste, parece haber dado aliento a las manifestaciones en Sao Paulo, Río de Janeiro y varias otras ciudades del país.
 
La capital paulista hace mucho que no veía una movilización de tal envergadura. La protesta, realizada el día 11 de junio, fue la mayor desde que comenzaron las manifestaciones, reuniendo alrededor de 12 mil personas, incluso bajo una fuerte lluvia. El día 10, una grande manifestación tomó el centro de Río contra el reajuste de la tarifa, que pasó de R$ 2,75 a R$ 2,95 (de US$ 1,35 a US$ 1,45), a inicio del mes. La policía intervino con una fuerte represión y detuvo a 31 personas.
 
En Sao Paulo no fue diferente, con la tropa de choque atacando violentamente la protesta, apaleando de forma bárbara y apresando a 20 personas, incluyendo periodistas. Se impuso una fianza surrealista de R$ 20 mil (US$ 10 mil) y, mientras concluíamos este artículo, varios manifestantes permanecían presos. Algunos, prontos a ser transferidos a presidios. El gobernador Geraldo Alckmin (PSDB) elogió la represión y tachó a los jóvenes de “vándalos” y “alborotadores”. Actitud sorprendentemente parecida tuvo el prefecto Fernando Haddad (PT), que ya había apoyado la represión.
 
Como si eso ya no fuese lo suficientemente absurdo, el propio Ministro da Justicia, Eduardo Cardozo, declaró a la prensa que ordenaría a la Policía Federal para investigar y reprimir las protestas. Hasta, incluso, a ABIN (Agencia Brasileña de Inteligencia) se la pondría a disposición, para monitorear las movilizaciones. En la Cámara Municipal, otra situación extraña: concejales del PT, como Jilmar Tatto, se unieron a nombres tradicionales de la extrema derecha, como el Coronel Telhada y Conte Lopes, en la condena a las protestas.
 
La gran prensa, por su parte, hizo coro a la represión y se esfuerza en criminalizar al movimiento. Vándalos, alborotadores, revoltosos y otros adjetivos por el estilo, se convirtieron en comunes en vehículos que predican imparcialidad. Sin embargo, cuanto mayor son los ataques y la represión, más fuerte siguen las protestas. Pero, para allá del precio abusivo de la alza, a lo que parece, esas movilizaciones canalizan un descontento aún más amplio, que va de las condiciones precarias del transporte público a una indignación en relación a las injusticias sociales e, incluso, a la perspectiva de vida de la juventud.
 
El derecho al transporte

Manifestaciones reprimidas por la policía y criminalizadas por los medios no son una novedad en Brasil. Pero, ¿cuál es la razón de esa especial intolerancia con las movilizaciones contra el aumento de la tarifa que ocurren ahora? El movimiento, contra el aumento de las tarifas, pone en riesgo parte de las ganancias de los empresarios del transporte pero, más que eso, pone en discusión el derecho a la movilidad urbana, precondición para todos los otros derechos, tales como salud, educación y empleo. Se entiende que los servicios públicos esenciales deben ser garantizados por el Estado, de forma gratuita, ya que la sociedad los costea a través de los impuestos. Entonces, ¿por qué el transporte urbano es visto de forma diferente?
 
El transporte público, en los grandes centros, hoy se une a la precariedad común a los demás servicios públicos, y con los altos precios de las tarifas. Trenes y ómnibus superpoblados, atrasos y accidentes frecuentes y, en el caso de las mujeres, asedio, abusos y hasta violaciones, forman parte de una dura rutina que se repite dos veces al día. En un momento o en otro, ese gran caldero de insatisfacción irrumpe en una gran revuelta espontanea.
 
La cuestión del transporte público es un tema que junta un problema histórico, que es la prioridad dada al modelo de carreteras y, también, los intereses inmediatos de las grandes concesionarias privadas. El problema del modelo de carreteras adoptado es, en general, más caro e ineficiente que el ferroviario, y se remonta al período de industrialización del país, en las décadas del 50 y del 60, centrado en la industria automotriz y en los intereses de las grandes multinacionales del sector. De esta forma, toda la infraestructura de las ciudades fue construida de manera de privilegiar al transporte de carreteras y, dentro de él, el individual.
 
La urbanización y el crecimiento de las grandes ciudades, por su parte, no fueron acompañados de igual inversión en el transporte que diese solución a esa demanda. Al mismo tiempo, el sector se convirtió en una gran fuente de ganancias, codiciadas por empresas que, invariablemente, están mancomunadas con el poder público, así como las constructoras.
 
Un buen negocio
 
En las ciudades y, sobre todo, en los grandes centros, el transporte colectivo se transformó en un gran negocio, disputado a empujones por las concesionarias privadas. Con la diferencia que, al contrario de la salud y la educación, cuyas empresas privadas crecen y ganan debido a las peores condiciones de los servicios públicos, el transporte colectivo siempre funcionó con una lógica privada, siendo una concesión pública o, incluso, cuando es explotado por una estatal, como es el caso del metro de Sao Paulo.
 
Es un lucrativo negocio, pues cuenta con una demanda masiva, que nunca se va a acabar. Los ómnibus de la capital paulista, por ejemplo, transportan un promedio de 42 millones de pasajeros por mes, que generan una recaudación de R$ 395 millones (US$ 195 millones) -datos de abril del 2013- en pasajes, según los datos de la prefectura. Y, aún así, alegando que eso no cubre sus costos, cuentan con subsidios de la prefectura que, en el 2013, deben llegar a R$ 1,25 mil millones (US$ 600 millones), mucho más que los R$ 960 millones (US$ 480 millones) pagados el año pasado.
 
Además del subsidio directo de la prefectura, las empresas cuentan, incluso, con beneficios anunciados recientemente por el gobierno federal, como la exención del PIS/Cofins (Impuesto sobre la Seguridad Social/Contribución Social para Financiación de la Seguridad Social), además de la exoneración de la planilla de pagos.
 
En los últimos meses, Haddad no sólo autorizó el aumento de la tarifa de forma coordinada con el gobierno de Alckmin, sino que promulgó un decreto alterando las reglas para la renovación de los contratos, que debe acabar en julio. La prefectura de Sao Paulo simplemente aumentó el límite de cantidad de pasajeros, para cada ómnibus, que hoy es de 65 personas en los ómnibus normales, a 75. Sin que los vehículos aumenten de tamaño, claro. O sea, la tarifa aumenta y el apretujamiento también.
 
Billetes caros

Al contrario de lo que se dicen, hoy se paga mucho por los billetes, en Brasil. Según el IPEA (Instituto de Investigación Económica Aplicada), 37 millones de personas no tienen dinero para pagar una tarifa de transporte público y son obligadas a irse a pie.
 
En Sao Paulo no es diferente. El argumento, más repetido por Haddad para justificar el reajuste de las tarifas, es el de que el aumento del 6,7% sería menor que la inflación acumulada desde el último reajuste, en el 2011. Sin embargo, en una perspectiva más larga, se percibe el aumento brutal que la tarifa sufre en los últimos años. En 1994, por ejemplo, el valor de la tarifa era de R$ 0,50 (US$ 0,25). Con la inflación acumulada desde ese entonces, de 332%, ese valor actualizado sería de R$ 2,16 (US$ 1,08). El valor del metro, siguiendo el mismo índice, debería ser de R$ 2,59 (US$ 1,25) y no de R$ 3,20 (US$ 1,60), cobrado actualmente.
 
En un reportaje reciente, la página web UOL muestra que el aumento de R$ 0,20 (US$ 0,09) en la tarifa, que el gobierno y sus defensores tanto alardean que es “irrisorio”, significa que un trabajador de bajo salario tiene que dejar de alimentarse para ir al trabajo. Lejos del sensacionalismo, esa es una pura realidad, comprobada desde todo extremo. Quien depende del ómnibus y el metro, tendrá gastado, a fin de mes, R$ 200 (US$ 100), casi el 30% de un salario mínimo.
 
La tarifa cero es posible y necesaria
 
Preguntado por la prensa si sería posible decretar la gratuidad del transporte público a los usuarios, Haddad afirmó que serían necesarios algo de R$ 6 mil millones (US$ 2,8 mil millones) para eso. Como bien recordó el Movimiento Pase Libre (MPL), por una intrigante coincidencia este valor es, justamente, el aumento en la recaudación esperado pela prefectura en este año.
 
Otra medida, que viene siendo recordada en estos tiempos de manifestaciones contra el aumento, es el propio proyecto del PT, presentado por la entonces prefecta del PT Luiza Erundina, en 1990 y elaborado por el entonces Secretario de Transportes, Lucio Gregori, que establecía la tarifa cero. La gestión de Erundina, que pasaba a lo largo de cualquier pretensión revolucionaria, propugna, simplemente, el costeo del transporte a través del aumento progresivo de los impuestos. Así, los más ricos pagarían por la prestación de ese servicio. Lamentablemente, el proyecto fue archivado en la Cámara y el PT nunca más habló de eso.
 
O sea, lejos de ser una utopía, la tarifa cero es plenamente posible si el Estado se apropiase del sector y lo tratara como lo que, de hecho, es: un derecho como cualquier otro y que no puede estar en las manos de unos pocos empresarios.
 
Es posible vencer
 
Las masivas manifestaciones en Porto Alegre, Natal y Goiânia, conquistaron la revocación del aumento de la tarifa, disipando parte del escepticismo que reina actualmente, y mostrando que, con lucha, es posible vencer.
 
En Sao Paulo, las manifestaciones, al contrario de otros años, ya comenzaron bastante fuertes y con amplio apoyo popular, a pesar de la fuerte represión. Lamentablemente, la postura aislada de algunos sectores en las protestas, que incendiaron ómnibus, por ejemplo, acaba llevando agua al molino de los gobiernos, legitimando la acción de la PM y la criminalización por parte de la prensa. Lejos de ser “más radicales”, tales sectores actúan, conscientemente o no, como agentes de Alckmin y de Haddad, dentro del movimiento.
 
Para derrotar el aumento de la tarifa y la furia represiva de la PM, es necesario comprometer a amplios sectores de la juventud, de los trabajadores y de la propia población. La revocatoria del reajuste de la tarifa, en la mayor metrópoli de América Latina, pondría la cuestión del transporte, en tanto servicio público, en discusión para toda la sociedad, impulsando movilizaciones en todo el país e, incluso, fuera de él. Además de eso, un ejemplo concreto de que la acción directa puede arrancar victorias, sería como un camino de pólvora para detonar otras movilizaciones sociales.
 
Y eso es todo lo que ellos no quieren.




El PSTU exige el fin inmediato de toda represión y la libertad de los presos políticos
 

Una nueva represión cobarde marcó la manifestación pacífica contra el aumento de tarifas de los transportes públicos, en Sao Paulo.  
 
Muchos manifestantes llegaron a distribuir flores. Sin embargo, una vez más, el gobierno de Geraldo Alckmin (PSDB) lanzó a la tropa de choque de la PM, que reprimió violentamente la protesta. Casi 150 personas fueron apresas, incluso periodistas. Decenas quedaron heridas. Entre ellas, siete periodistas de la Folha de São Paulo, mostrando una violencia indiscriminada contra todos que estaban en las calles. El gobierno tucán (apelativo del PSDB) avisó que la protesta sería tratada como “caso de la policía”. Cumplió la promesa. La cobarde represión a las protestas, incluso, generó gran repercusión internacional.
 
Las protestas contra el alza de la tarifa tomaron el país el viernes 14 de junio. En Río de Janeiro, la manifestación también fue reprimida por la policía de Sergio Cabral (PMDB). Por lo menos 17 personas fueron detenidas. En Porto Alegre (RS), se realizó una gran manifestación. Hubo represión y 18 personas fueron apresadas. Allá el movimiento conquistó una victoria parcial. El Tribunal de Cuentas del Estado emitió una medida cautelar, determinando que mantenga el valor de la tarifa de transporte público urbano en R$ 2,85 (US$ 1,4).
 
Vergüenza del PT
 
La represión cobarde de Alckmin no es algo que sorprenda. Al final, el tucán fue el responsable por la masacre de Pinheirinho, en San José dos Campos (SP), utilizando la misma tropa de choque contra la población pobre para defender al mega especulador Naji Nahas.
 
Lo que realmente sorprende es la postura del gobierno de Dilma y del alcalde de São Paulo Fernando Haddad (PT). El ministro de Justicia del gobierno de Dilma, José Eduardo Cardoso, llegó a ofrecer “ayuda federal” al gobierno del PSDB, para reprimir manifestaciones. “El gobierno federal está a disposición para aquello que fuera necesario”, dijo.
 
Y Haddad dijo que no va a bajar la tarifa. Dijo que Sao Paulo “no acepta la violencia de cualquier parte". La declaración del petista es un verdadero absurdo, ante la brutalidad de la PM. En la práctica, Haddad da la señal verde para la represión. Por eso, tiene la responsabilidad en las decenas de personas heridas y apresadas durante las protestas.
 
La verdad es que el PT y el PSDB han realizado sus campañas con el financiamiento de la mafia de las empresas privadas que controla el transporte colectivo. Es al servicio de esa mafia que está todo el aparato de represión tucán/petista.
 
El gobernador del PSDB y el alcalde del PT mantienen a decenas de presos políticos. Algunos de ellos están encarcelados en varios presidios del Estado. Ellos tendrán que responder por crímenes como la formación de pandillas.
 

¡Libertad de los presos políticos! ¡Organizar una plenaria para dar continuidad a la lucha!


El PSTU exige que se acabe, inmediatamente, con toda la represión contra las manifestaciones. También exigimos la libertad inmediata de todos los presos políticos. Es un absurdo que el PSDB/ PT criminalicen a los manifestantes por ejercer el derecho a luchar por un transporte público de buena calidad, con precios socialmente justos.
 
A pesar de la dura represión, el movimiento va a continuar en la lucha. En este sentido, el PSTU también llama a la realización de una Plenaria Sindical Popular Estudiantil, para el próximo fin de semana, para organizar los próximos pasos de la lucha contra el aumento de la tarifa, en Sao Paulo. Necesitamos organizar a todos los sectores del movimiento sindical, popular y estudiantil para derrotar la intransigencia del gobierno del PSDB y de la prefectura del PT.
 
José María de Almeida es presidente Nacional del PSTU
 

 
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