FRENTE AL CAPITALISMO EN CRISIS SOLO HAY UNA ALTERNATIVA: REVOLUCIÓN SOCIALISTA!
   
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  Siria: El comienzo del fin para Al Assad
 
 
Siria: El comienzo del fin para Al Assad     
 
Lunes 13 de Agosto de 2012

La revolución siria tiene al dictador Bashar Al Assad contra la pared. Los días del sanguinario tirano de Damasco parecen estar contados y su régimen siniestro toca su fin.
Asistimos a un nuevo momento de la guerra civil siria desde que los combates irrumpieron en las milenarias ciudades de Damasco y Aleppo, capital y centro económico del país, respectivamente. La encarnizada lucha también se centra en controlar puestos fronterizos.

Desde el 20 de julio comenzó la ofensiva del ejército leal al dictador para recuperar Aleppo. Defienden aquella ciudad, mudo testigo de las antiguas cruzadas, unos 8.000 rebeldes del Ejército Sirio Libre (ESL) que están posicionados entre las ruinas de los edificios destruidos por la artillería y la fuerza aérea de Al Assad. Revolución y contrarrevolución se encuentran frente a frente.

Las tropas del ejército regular, comandadas directamente por Maher Al Assad, hermano menor de Bashar, desplegaron un enorme operativo con cerca de 20.000 soldados alrededor de Aleppo. Desde primera hora del miércoles 8 de agosto comenzó la ofensiva por tierra.  Al día siguiente, el ESL  confirmó que se había retirado tácticamente del  barrio de Saladino, el distrito más poblado e importante de la ciudad.  Sin embargo, la lucha por el control de toda la ciudad continúa y los rebeldes aseguran que se dirigen hacia Seif al-Dawla y Machhad, dos barrios más al este, para abrir un nuevo frente.

Con la incursión en Aleppo y los combates en Damasco –que al principio llegaron hasta el centro mismo de la ciudad–, el ESL tiene una estrategia clara: obligar al régimen de Al Assad a atender dos frentes distantes en el mapa. El objetivo es abrir y extender un amplio frente que obligue a Al Assad a dispersar y dividir sus tropas para aplastar los innumerables focos rebeldes. De esta forma, el dictador se ve obligado a desplazar fuerzas militares para concentrarlas en zonas centrales. El precio es debilitarse en las periferias.

Incluso haciendo retroceder a los rebeldes en las ciudades importantes, otros focos de insurrección estallan aquí y allá. Considerando que en cada combate el ejército regular pierde hombres, tanques y aumentan las deserciones en todos los niveles de la cadena de mando ¿Hasta cuándo podrá  Al Assad responder los ataques en un frente militar tan extenso como disperso?

En menos de 20 días en Aleppo, los rebeldes del ESL aseguran haber conquistado 60% de la ciudad. Derrochando heroísmo han resistido el asedio de los blindados e incluso se han apropiado de unos 15 tanques y otras armas pesadas de las tropas de Al Assad. Han tomado comisarías y la Escuela de Infantería del ejército, apoderándose de una gran cantidad de armamento y municiones. Casi todas las noches los rebeldes atacan, con los tanques que capturan del régimen, el aeropuerto militar de Mannagh, donde están los helicópteros y los aviones del gobierno.

Conquistar Aleppo tiene una importancia estratégica, política y militar, para ambos lados. Aleppo es para la revolución siria lo que fue Benghazi para la libia. Los rebeldes, de tomar la ciudad, podrían crear una “zona liberada” distante tan sólo 50 kilómetros de la frontera con Turquía, donde podrían abastecerse de material bélico, evacuar heridos y entrenar tropas. Con Aleppo en manos rebeldes, el régimen estaría prácticamente liquidado.

De hecho, actualmente existen provincias, como la de Deir el Zor o Al-Rastan, que están controladas por el ESL. En Homs todavía existe un “Comité Revolucionario” que organiza la resistencia y tiene algunas tareas propias del poder político. En Aleppo, los milicianos, además de repeler las cargas del régimen, se encargan de organizar la deposición de basura y de administrar el poco pan y el combustible que tienen entre los pobladores que no han huido de la ciudad.

En junio de 2012, un informe de la misión de observadores de la ONU estimaba que el 40% del territorio sirio estaba bajo el control de la oposición armada. Sin embargo, estos puntos del país son en su mayoría zonas rurales inconexas territorialmente. De ahí la importancia de conquistar posiciones en los puntos neurálgicos del país. Sólo entre Damasco y Aleppo existen cerca de 8 millones de habitantes, más de un tercio de la población siria (21 millones de habitantes).

La revolución ha cubierto casi todo el mapa de Siria. De forma simultánea se dan movilizaciones multitudinarias y en Damasco se han dado huelgas de comerciantes. No tiene mucho eco la agitación del régimen sobre la amenaza del enfrentamiento confesional. Las consignas de las manifestaciones de los “Viernes” llaman a la unidad: “Uno, uno, uno, el pueblo sirio es uno” o “Una revolución para todos los sirios”. La solidaridad en la lucha atraviesa el país. En varias ciudades se han enarbolado reproducciones del reloj de la plaza de Homs, en señal de homenaje a los heroicos habitantes de esa ciudad asediada por meses. En las movilizaciones, las personas cantan consignas en solidaridad con las ciudades que están siendo reprimidas.

Es una guerra tan desigual como heroica. Es una guerra de jóvenes con fusiles Kaláshnikov, ametralladoras y lanzacohetes, contra tanques, francotiradores, cazas y helicópteros artillados. Es una guerra donde la población protege las operaciones militares del ESL y se manifiesta masivamente en las calles, donde hasta los funerales de los mártires se transforman en espacios propicios para mítines políticos contra la dictadura.

Las fuerzas del ESL aumentan todos los días. Existen milicianos armados en diez de las catorce provincias de Siria. A comienzos de junio, el número de combatientes se estimaba en 40.000 combatientes. Muchos jóvenes se alistan y hacen de todo para conseguir los mil dólares que cuesta un fusil Kaláshnikov, que los revolucionarios obtienen vía contrabando. Es categórico que la moral y la convicción en la justeza de la causa está con los insurrectos y no con los soldados de la dictadura. La revolución llegó al punto en el que puede desarrollarse al máximo: las masas trabajadoras no temen morir. Prefieren la muerte a continuar (sobre) viviendo en la opresión en la que están sumidos.

El barco se hunde
 
Al Assad está cada vez más aislado. Su base social y política está tambaleando. No sólo sectores de la burguesía suní comienzan a retirarle su apoyo sino que la situación llegó a punto tal que hasta en filas de la burguesía perteneciente a la minoría alauí, una rama del islam chií a la que pertenece el clan Assad, se percibe un olor a defección. La crisis económica, agudizada por las sanciones internacionales y la propia guerra civil, hacen que amplios sectores burgueses abandonen al régimen.

El 17 de julio, un atentado nada menos que en la sede de la Oficina de Seguridad Nacional mató a cuatro altos mandos de la máxima cúpula militar del régimen, entre ellos el ministro de Defensa y el cuñado de Al Assad. A este golpe en el corazón del régimen se sumó la reciente deserción del primer ministro sirio, Riad Farid Hijab, quien salió diciendo: “Anuncio mi deserción del régimen del terrorismo y me uno a las filas de la libertad y la dignidad. Lo hago en un momento crítico, cuando el país se encuentra en el mayor nivel de crímenes contra un pueblo que salió a pedir una vida digna. A partir de hoy formo parte de la revolución” (EFE). En Siria, advirtió Hijab, “está en curso un genocidio”.

Los rebeldes saludaron la renuncia del funcionario “con mayor cargo” y la exhibieron como una prueba más  de que el “régimen se quiebra por dentro”. Anteriormente, había huido el viceministro del Petróleo, Abdo Houssameddine.

Horas antes de que trascendiera la noticia de la deserción del primer ministro, un nuevo ataque con bomba de los grupos rebeldes destruyó el edificio de la televisión estatal, donde el ministro sirio de Información, Omran al Zohbi, apenas pudo salvar la vida.

En el terreno militar no está mejor. En el ejército del tirano las deserciones aumentan en cantidad y calidad. El proceso de deserciones abarca desde oficiales de alto rango hasta pilotos de combate y una importante cantidad de soldados rasos. Ya son 31 los generales que desertaron de las erosionadas filas de Al Assad. El más importante de ellos fue Manaf Tlass, un general suní del primer anillo del régimen, quien a inicios de julio huyó a Turquía junto con otros 23 oficiales subalternos. El primer alto jefe militar en pasarse a filas rebeldes fue el coronel Riad el Asad, quien desertó hace un año para anunciar la formación del ESL en Turquía. Sólo desde el atentado que descabezó a la alta cúpula encargada de la represión, según el ESL, desertaron más de 2.000 soldados.

Otras defecciones importantes fueron los embajadores sirios en Irak, Emiratos Árabes Unidos, Chipre, Omán, Londres y Armenia. A estos se suman cuatro diputados, una de ellos miembro del nuevo parlamento que asumió en mayo.

Al Assad aplica métodos de aniquilación nazi-fascistas
 
Al Assad, conforme la situación es más desesperada, agudiza la represión sanguinaria a la lucha armada del pueblo sirio. Por lo menos unas 21.000 personas han muerto desde que comenzó la revolución, según ha informado a finales de julio el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. El mes de julio ha sido el más mortífero hasta ahora, registrándose 2.752 víctimas.

A los miles de muertos se suman, como mínimo, un millón y medio de personas que tuvieron que huir de sus casas para desplazarse a otros puntos del país y más de 275.000 refugiados en el Líbano, Turquía, Jordania e Irak, una cifra que aumenta cada día en número de 700. Tres millones de sirios necesitarán ayuda alimentaria por un año, según la ONU.

La situación es dramática. Existe una operación de represión masiva. A modo de ejemplo: sólo en la jornada del 18 de junio, al menos 14 ciudades situadas en nueve provincias sufrieron bombardeos del ejército y cuatro barrios de Damasco fueron rodeados y puestos bajo control [1]. En estos meses, además de los bombardeos, el régimen ha perpetrado masacres atroces contra el pueblo sirio, a través de bandas fascistas llamadas shabihas, compuestas de criminales pagados por el gobierno.

Al Assad, para aplastar la revolución, está aplicando métodos de guerra civil contra su pueblo, es decir, métodos de destrucción masiva de la población civil, típicos del nazi-fascismo. La horrorosa masacre generalizada a la que asistimos es comparable con los sangrientos sucesos de la guerra de Bosnia durante los noventa y, más atrás, de la ciudad de Guernica, donde el franquismo, apoyado política y militarmente por Hitler, bombardeó a la población civil durante la Guerra Civil española.

Las cartas del imperialismo

 
El imperialismo, que lo sustentó mientras pudo, ahora quiere sacar a Al Assad del gobierno, antes de que sean las masas levantadas en armas quienes lo derroquen. Las sumisas burguesías árabes acompañan esta política.

La ruptura del imperialismo con su fiel servidor Al Assad no tiene nada que ver con humanitarismo o con una súbita preocupación por las libertades democráticas que le son negadas al pueblo sirio. Mucho menos tiene que ver con que Al Assad sea un supuesto líder “antiimperialista” o “antisionista”, como predica el castro-chavismo.

El imperialismo –estadounidense y europeo– quiere derrocar a Al Assad por la simple razón de que este ya no cumple con el principal interés de aquel, en este momento: derrotar el proceso revolucionario sirio y de todo Medio Oriente. Una victoria de las masas en Siria fortalecería enormemente todo el proceso revolucionario en la región. No es casual que la revolución comience a expresarse en el Líbano, donde sectores de la población que simpatizan con la revolución siria están enfrentando a las fuerzas de Hezbollah, que mantienen un férreo apoyo a Al Assad.

Sin condiciones políticas para impulsar una intervención militar en Siria, el imperialismo está buscando una salida política negociada. Busca forzar una transición sin Al Assad pero manteniendo el régimen en su esencia.

Apelando fuertemente al desgaste económico y diplomático, el imperialismo orquesta una salida tipo Yemen, que significa destronar a Al Assad garantizándole impunidad por sus crímenes, para mantener así lo esencial del régimen. Terminada la farsa del “plan de paz” de la ONU y la Liga Árabe con la renuncia de su principal propulsor Kofi Annan, desde el “Grupo de Acción para Siria” proponen ahora la conformación de un “gobierno de unidad nacional” entre los opositores y los miembros del régimen actual.

El CNS y la dirección del ESL corean al imperialismo
 
Tendida esta trampa mortal para la revolución, el Consejo Nacional Sirio (CNS), principal instancia de oposición, realizó declaraciones sosteniendo que estarían dispuestos a aceptar que “una personalidad del régimen” de Al Assad dirija el país durante un período de transición, tras su salida. “Estamos de acuerdo con que Al Assad abandone el poder y que lo transfiera a una de las personalidades del régimen para que dirija el país durante un período de transición como el que se llevó a cabo en Yemen” (El País, 24/7/2012). El portavoz del CNS, Georges Sabra, declaró: “Aceptamos esta iniciativa porque ahora la prioridad es conseguir que cesen las masacres y proteger a los civiles sirios, no el juicio de Al Assad”. Añadió que: “Siria tiene patriotas incluso en el seno del régimen y que algunos oficiales del Ejército sirio pueden desempeñar ese papel [de una transición]”.

Frente a este anuncio, evidenciando las divisiones de la oposición, el comando del ESL que actúa sobre el terreno rechazó de plano cualquier “gobierno formado no se sabe dónde y carente de legitimidad nacional y revolucionaria mientras no cuente con el apoyo del mando del ELS”. El esquema de transición del ESL, según un comunicado, es crear un “consejo superior de defensa” integrado por los jefes militares que luchan sobre el terreno y los oficiales más destacados que han desertado del ejército regular. Un gobierno donde sólo habrá militares. Este consejo, a su vez, elegirá un “consejo presidencial” del que formarán parte seis personalidades –políticas y militares–, “que dirigirá el país durante el período transitorio”. La prioridad de esta instancia estará centrada en la “reestructuración de los organismos militares y de seguridad”.

Dentro del propio ESL, el coronel Riad Asad, uno de sus fundadores, marcó también sus diferencias con los militares del interior. Los acusó de querer aprovecharse “de la revolución y de la sangre de los mártires” para adueñarse del poder tras la caída del régimen de Al Assad. “Están resucitando el régimen de Al Assad que se derrumba, porque quieren monopolizar el poder de decisión”, denunció en un discurso, siempre según El País.

Esta polémica muestra la calaña de las direcciones –política y militar– de la revolución. Los del CNS intentando pactar con el imperialismo y el mismo régimen sirio, y los del ESL proponiendo un gobierno militar cuya primera tarea será intentar desmantelar las milicias populares.

Es inaceptable para los fines de la revolución la sola idea de conformar gobierno con los asesinos del pueblo sirio. Alertamos que estas declaraciones del CNS y de la cúpula del ESL representan una traición a la lucha popular en Siria. Estas direcciones demuestran así su carácter traidor y su profunda inconsecuencia en relación con la victoria de la revolución.

Nosotros sostenemos que el pueblo sirio no debe ni puede confiar en estas direcciones burguesas y pro imperialistas, que por su propio carácter de clase acabarán traicionando de forma inevitable todas las legítimas aspiraciones populares, no sólo las económicas sino hasta aquellas que tienen que ver con las más básicas libertades democráticas.

El único destino político que merecen Al Assad y sus secuaces es el de Gadafi. El único gobierno que puede solucionar los problemas de fondo del pueblo sirio, comenzando por garantizar las libertades democráticas, es un gobierno obrero y popular apoyado en las milicias armadas.

En este sentido, es fundamental expandir y fortalecer los llamados Comités de Coordinación Locales. En estos comités se deciden y organizan las luchas en el terreno, se convocan las movilizaciones, y se otorga cobertura y apoyo efectivo al ESL en las ciudades y en los barrios. Como dijimos antes, en varias ciudades son estos los que controlan la administración de los servicios.

Sin romper la necesaria unidad de acción entre todos los sectores del campo militar rebelde, nos parece fundamental que esos comités locales y las milicias populares se conformen como una alternativa de dirección independiente para toda la lucha contra el régimen.

¡Por la victoria de la revolución siria!
 
Desde la LIT-CI reiteramos nuestro apoyo firme a la revolución siria. Nuestra consigna central es: ¡Fuera Al Assad, no a la intervención imperialista!
 
Estamos por la caída de Al Assad a manos de las movilizaciones populares y por la lucha armada de las masas. Esta es la primera tarea fundamental de la revolución. En este sentido, manteniendo la independencia de clase de la clase trabajadora, estamos por la más amplia unidad de acción militar con todos los sectores que están luchando de forma concreta contra la dictadura siria, inclusive con los burgueses y pro-imperialistas del CNS y el comando del ESL, para conquistar el derrocamiento de Al Assad y la liquidación de su régimen contrarrevolucionario.

Es en ese proceso de lucha amplia y unitaria contra el régimen, ubicándonos dentro del campo militar rebelde, que debemos combatir a esas direcciones traidoras y construir la indispensable dirección revolucionaria e internacionalista que el proceso precisa para avanzar.

Nos parece urgente unificar todas las movilizaciones y acciones armadas que se dan en todo el país, hasta conquistar la caída del régimen. Se debe profundizar la división del ejército de Al Assad y continuar conformando milicias armadas, auto-organizadas a partir de consejos populares democráticos.

En este sentido, alentamos y apoyamos plenamente que las masas hagan justicia y apliquen la violencia revolucionaria contra los personeros del régimen y los shabihas, asesinos a sueldo que tienen la tarea de asesinar a población civil.

Es fundamental impulsar, además, amplias campañas internacionales y luchas unitarias de apoyo a la revolución siria, por más pequeñas que puedan ser al principio, exigiendo la ruptura inmediata de todos los gobiernos con el asesino Al Assad.

Estas campañas se hacen y se harán en contra de las direcciones castro-chavistas, que hasta ahora cargan la vergüenza de estar apoyando a un gobierno genocida y pro-imperialista.

También debemos exigir urgentemente el envío de armas y voluntarios para luchar en el campo militar rebelde. Debemos hacer esta exigencia de apoyo militar concreto a todos los gobiernos, especialmente a los de aquellos países donde existen procesos revolucionarios en curso, como Egipto y Libia.

Una victoria de la revolución siria será la victoria de todos los explotados del mundo. Será una victoria contra un régimen sanguinario y servil al imperialismo. Demostrará, como lo hace todo el mundo árabe, que las revoluciones ocurren y que es posible vencer.

[1] VIGNAL, Leila: Anatomía de la revolución. Publicado en el sitio web Viento Sur el 5/08/2012
 

 
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