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  La revolución árabe entró en Palestina
 
 

La revolución árabe entró en Palestina


Escrito por Gabriel Massa         

Publicado en Correo Internacional (Nueva Época) nº 5

 

 

Israel conmemora el 10 de mayo como la fecha de su “independencia”. Es el aniversario del día en 1948 en que las Naciones Unidas, dominadas por Estados Unidos y el régimen stalinista de la Unión Soviética, decidieron la partición de Palestina en dos estados, otorgando el 54 por ciento del territorio a Israel.

 

En ese momento más de 700.000 palestinos estaban siendo expulsados de sus tierras, en una ofensiva asesina, en la que decenas de aldeas y poblaciones fueron arrasadas por los masacradores sionistas.

 

Los palestinos recuerdan esos eventos como la Nakba, el desastre. Y todos los años se producen actos convocados por organizaciones palestinas dentro y fuera de Israel. Pero este año se ha visto un gran salto en la movilización. Miles de palestinos marcharon sobre la frontera de Israel en las alturas del Golán en Siria, el Líbano, Gaza y Cisjordania. La respuesta de las tropas israelíes fue brutal, asesinando a 21 palestinos e hiriendo a casi 200 según cifras de distintas agencias noticiosas.

 

Un corresponsal del diario Clarín de Buenos Aires, Shlomo Slutzky, escribía desde Tel Aviv: “En la frontera con el Líbano, soldados israelíes dispararon contra cientos de refugiados palestinos que intentaban cruzar. Allí murieron diez manifestantes y cerca de un centenar resultaron heridos, según fuentes militares libanesas.

 

Al menos otros cuatro palestinos perdieron la vida en enfrentamientos con el ejército israelí en la frontera con Siria, después de que entre 30 y 50 personas consiguieran colarse en Israel y entrar en el pueblo de Madj al-Shams, en los Altos del Golán. Algunos testigos hablaban de hasta 10 muertos en este incidente y otro en Gaza. Al cierre de esta edición, la cifra total de víctimas mortales llegaba a 21.

 

Para muchos palestinos, la violenta jornada de ayer fue ‘el comienzo de la tercera Intifada’, mientras que en Jerusalén los tomaron como un ensayo general –y fallido– para los eventos que deberá enfrentar a partir del casi seguro reconocimiento del Estado Palestino en la próxima sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre.

 

“El hecho de que cientos de palestinos y sirios armados sólo con piedras hayan logrado derribar el alambrado de la frontera de Siria con el territorio controlado por Israel en la Meseta del Golán desde la guerra de 1967 reaviva los temores más secretos de los servicios de seguridad israelíes: no la bomba atómica iraní, no misiles químicos o biológicos lanzados desde Siria ni hombres bomba desde Gaza. El temor es a una masa de manifestantes desarmados que avanzan hacia las fronteras de Israel desde los países vecinos, o sobre las colonias y bases israelíes levantadas sobre tierras palestinas, en marchas masivas que Israel no se puede permitir dispersar a disparos de tanques.

 

“Las autoridades israelíes temen el potencial de imitación del ‘éxito’ en el Golán por parte de cientos de miles de palestinos, que a partir de septiembre podrían estar respaldados por la comunidad internacional al pretender marchar hacia territorios del ‘Estado Palestino en las fronteras de 1967’, como lo reconocería la ONU.”

 

También se dieron movilizaciones al interior del estado sionista. El 10 de mayo, como sucede desde hace 14 años, varios miles de palestinos participaron de lo que el Comité por los Derechos de los Internamente Desplazados en Israel llaman la “Marcha del Regreso”, entre los sitios donde se encontraban dos de las aldeas palestinas arrasadas, al-Damun y al-Ruways, en el norte de Israel.

 

Las movilizaciones de marzo

 

El salto en las acciones en la conmemoración de la Nakba se da luego de que en marzo se produjeran masivas movilizaciones en Cisjordania y Gaza. El centro de los reclamos populares en aquel momento era la exigencia de que la conducción de la Autoridad Palestina que gobierna Cisjordania encabezada por el líder de Fatah, Mahmud Abbas y los dirigentes de la corriente islámica Hamas, que gobierna Gaza, terminen con sus enfrentamientos y se unan para enfrentar a Israel.

 

El diario The Guardian de Londres narraba el 15 de marzo: “Decenas de miles de personas han participado en manifestaciones en Gaza y Cisjordania exigiendo el fin de las divisiones políticas y de la ocupación israelí. … Las mayores protestas en los territorios palestinos desde que comenzaron los alzamientos en la región a comienzos de año fueron convocadas por activistas de base a través de Facebook, Twitter y YouTube.

 

“Las facciones políticas dominantes de Fatah y Hamas autorizaron las marchas, pero muchos activistas independientes se quejaron del intento de los líderes partidarios de controlar las protestas, para evitar que se impusiera una revuelta al estilo egipcio.

 

Estas movilizaciones dieron un resultado casi inmediato: obligaron a las direcciones de Fatah y Hamas a llegar a un acuerdo, lo que vino acompañado de la decisión del nuevo gobierno egipcio de abrir su frontera con Gaza (que había sido cerrada por la dictadura Mubarak en 2006, colaborando con el bloqueo israelí.) Como veremos, estos éxitos alentaron el avance de la movilización palestina.

 

La “reconciliación” de Hamas y Fatah

 

Bajo los auspicios del gobierno transitorio egipcio, el 4 de mayo el jefe de Fatah, Mahmoud Abbas, y el líder del buró político de Hamas, Khaled Meshal, firmaron en El Cairo un “acuerdo de reconciliación”.

 

Según distintas fuentes Hamas aceptaría que Abbas continúe como presidente de la Autoridad Palestina y que siga negociando acuerdos de seguridad con Israel.

Abbas y la Autoridad Palestina han estado aliados desde hace años con Israel y Estados Unidos y han colaborado con el bloqueo y los ataques sionistas contra la Franja de Gaza controlada por Hamas. Hamas, por su parte, venía rechazando la perspectiva de un “estado independiente” negociado con Israel y Estados Unidos por Abbas y denunciaba a la Autoridad Palestina por su rol cómplice en el bloqueo a Gaza en conjunción con la dictadura egipcia de Mubarak.

 

Junto con las movilizaciones de marzo en Gaza y Cisjordania, un factor importante que promovió la “reconciliación” sin duda ha sido la caída de Mubarak en Egipto. El gobierno de Mubarak ha sido muy importante para sostener la orientación de Abbas e Al Fatah de abandonar toda política de enfrentamiento y a entrar en las negociaciones de paz con Israel y Estados Unidos. Por otra parte, el bloqueo a Gaza por parte de Israel hubiera sido imposible si Mubarak no hubiese mantenido cerrada también la frontera de esa franja con Egipto.

 

Pero al caer Mubarak, el nuevo gobierno egipcio, aunque ratificó el acuerdo de paz con Israel y el apoyo a la salida de un estado palestino en Cisjordania y Gaza, a fines de abril anunció que Egipto daría algunos pasos hacia la reapertura de su frontera con Gaza. Inmediatamente se citó la reunión de “reconciliación” de todas las facciones palestinas en El Cairo.

 

Ante el acuerdo de reconciliación entre las fracciones palestinas, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, declaró: “La Autoridad Palestina debe escoger la paz con Israel o la paz con Hamas, no hay ninguna posibilidad de paz con ambos”.

 

Por su parte el departamento de Estado de EEUU pareció adoptar una actitud más expectante y abierta, al declarar que “cualquier futuro gobierno palestino debe prometer renunciar a la violencia, cumplir acuerdos asumidos en el pasado y reconocer en Israel” (fuente: IPS).

 

Un acuerdo para controlar la revolución

 

Como dijimos, la “reconciliación” fue vivida claramente como un triunfo por las masas palestinas. Y esto sin duda alentó la participación masiva en mayo en las marchas sobre las fronteras con Israel.

 

Al mismo tiempo, el acuerdo entre Hamas y Fatah tiene un aspecto muy contradictorio. Noura Erakat, abogada palestina en el exilio, profesora del centro de estudios árabes contemporáneos de la universidad de Georgetown en Washington, DC, la capital estadounidense, e importante activista por los derechos humanos publicó un extenso artículo en el sitio Jadaliyya.com el 4 de mayo, que dice:

 

“La reconciliación entre Hamas y Fatah puede representar la primera victoria del naciente movimiento juvenil palestino del 15 de marzo.” Pero “se podría decir que la formación de un gobierno de unidad es una táctica preventiva para tratar de contener el creciente descontento palestino y la creciente relevancia de las protestas juveniles, en una Primavera Árabe. De hecho, el día del anuncio (de la reconciliación), fuerzas de seguridad de Hamas dispersaron violentamente cerca de 100 jóvenes jubilosos que celebraban en la Plaza del Soldado desconocido en Gaza… Ibrahim Shikaki, un reciente graduado de Berkeley en Estados Unidos y organizador juvenil que actúa en Ramallah comentó que Hamas y Fatah han tratado de trabar los esfuerzos de los organizadores inhibiendo la cobertura de los medios, acusando a los líderes juveniles de recibir fondos del extranjero y cambiando el centro de las protestas hacia las divisiones faccionales, por temor a ‘perder control sobre el poder y la autoridad’. Si es así, el deshielo de las relaciones por sí solo no alcanzará para contener el movimiento naciente”.

 

Ali Abunimah, de la Red de Política Palestina –una ONG con sede en Estados Unidos, que promueve la reunificación de todas las fuerzas palestinas en la OLP y la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel– publicó el 9 de mayo un artículo titulado “Reconciliación vacía en Palestina” que va más lejos en la crítica a Hamas: “Es difícil entender los cálculos de los lideres de Hamas: (…) ¿Temen que la ofensiva de Abbas por lograr que la ONU reconozca un estado palestino en septiembre gane peso y ellos se quedarán afuera? ¿Reconocen que el ‘proceso de paz’ no logrará nada, pero esperan evitar que se les achaque la culpa y por esa vía heredar la conducción del movimiento nacional palestino de Fatah?”

 

“También hay mucha especulación respecto de que el contexto regional –especialmente el alzamiento en Siria y la inestabilidad actual en Irán– tiene a los líderes de Hamas lo suficientemente preocupados respecto de su propia situación que corrieron a abrazar y re-legitimar a Abbas (…)”

 

Y agrega Ali Abunimah: “Lo sepa o no, Hamas puede estarse embarcando por el mismo camino que la facción de Fatah de Abbas: comprometerse a ingresar en un ‘proceso de paz’ controlado por EE.UU. sobre el cual los palestinos no tienen ninguna influencia ni tienen perspectiva de emerger de ahí con sus derechos. A cambio Hamas quizás espere tener un rol junto a Abbas en gobernar a los palestinos que vivan bajo permanente ocupación israelí en la Cisjordania y la Franja de Gaza. Lo sepa Hamas o no, en los hechos ha entrado en una coalición con Israel y Abbas para administrar los Territorios Ocupados, en lo que Hamas tendrá mucha responsabilidad, pero escaso poder…”

 

Aunque no lo diga explícitamente todavía, por esta vía Hamas pierde el elemento progresivo que aún conservaba: su resistencia a reconocer a Israel y su decisión de continuar la lucha por un estado palestino en todo el territorio de la Palestina histórica.

 

En síntesis, la “reconciliación” entre Hamas y Fatah alentó la movilización de las masas palestinas. Pero estas direcciones están tratando de convertir este acuerdo en un instrumento para hacer aceptar a esas mismas masas palestinas un acuerdo que va en contra de sus propios intereses.

 

Hace falta una nueva dirección palestina

 

Desde la LIT-CI seguimos sosteniendo que la única perspectiva para defender realmente los derechos del pueblo palestino es la que estaba inscripta en la bandera original de la OLP: la lucha por la destrucción del estado de Israel y la construcción de un Estado Palestino laico, democrático y no racista, en todo el territorio de Palestina.

 

Los jóvenes que reclamaron la unidad de Hamas y Fatah ya están comenzando a ver que esas direcciones no ofrecen ninguna salida y que por el contrario solo buscan engañarlos y controlarlos. Para cumplir con sus aspiraciones, las nuevas generaciones de jóvenes activistas palestinos independientes que salen a la lucha bajo la influencia de la revolución árabe, tendrán que tomar en sus manos la vieja bandera de la OLP. Y para ello necesitarán indiscutiblemente construir una nueva dirección, que retome el camino de la lucha intransigente por la destrucción del estado sionista y la construcción de un estado palestino laico en toda Palestina que abandonaron tanto Fatah como Hamas. Tendrán para ello que enfrentar también el engaño, bendecido por EE.UU. y la ONU, de un pseudo-estado palestino en los territorios ocupados.

 

Con esa perspectiva seguimos impulsando la campaña mundial de boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra Israel a la que adhieren centenares de organizaciones palestinas y no palestinas desde 2005. Aunque limitada en sus objetivos al no plantear la destrucción del Estado de Israel, esta campaña plantea objetivos muy progresivos, como el Derecho de Retorno para todos los refugiados palestinos y el fin de todas las agresiones israelíes y del bloqueo a Gaza.

 

 
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