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  Dilma ganó... ¿y ahora?
 
Dilma ganó... ¿y ahora?

Dilma Roussef fue electa presidenta. Se confirma así el peso de la victoria del gobierno de Lula y la coalición por él dirigida. El gobierno amplió su mayoría en la Cámara de Diputados, pasando a tener 402 diputados de un total de 513 parlamentarios. Consiguió, incluso, la mayoría en el Senado, que fue palco de derrotas importantes del gobierno pasado, consiguiendo 59 de un total de 81 senadores. Con eso, el gobierno pasa a tener una mayoría confortable en el Congreso, algo que Lula no tuvo en el primer ni en el segundo mandato.
 
Lograron, también, la mayoría (15) de los gobernadores, incluidos estados de peso como Río Grande do Sul y el Distrito Federal, que estaban en manos de la oposición de derecha.
Por último, y lo más importante, eligieron a Dilma Roussef. Ella nunca antes había sido electa ni para concejal. Ahora va a ocupar el cargo más importante de la República. Es una demostración de fuerza del gobierno y, en particular, de Lula, que escogió a la candidata y fue su principal puntal electoral.

La oposición de derecha sale duramente derrotada de las elecciones. Cuatro años más alejada de la cátedra presidencial. Peor aún, teniendo que enfrentar a Lula en el 2014 y que sale del gobierno con más del 80% de aprobación. No llegan a estar muertos, ya que mantienen el gobierno de 10 estados importantísimos como São Paulo, Minas Gerais, Paraná y ahora también en Pará. Pero salen derrotados, y mucho.

Los motivos de la victoria de Dilma

La explicación de la victoria gobiernista puede ser encontrada en la combinación entre el crecimiento económico y el papel de Lula y del PT en el gobierno.
El crecimiento económico ha sido el mayor de los últimos años, incluyendo la recuperación de post crisis del 2008. La previsión es el aumento del PBI de 7%, en el 2010. Eso facilitó mucho, a Lula y al PT, el haber conseguido soldar una alianza de colaboración de clases.
El crecimiento posibilitó ganancias gigantescas (cuatro veces más que en el gobierno de FHC) para las grandes empresas. Lula hizo pequeñas concesiones (reajustes del salario mínimo y la Bolsa Familia), que llevó a un apoyo político muy fuerte entre los trabajadores.

Lula consiguió con sus aliados (CUT, Fuerza Sindical, UNE, sindicatos, etc.) controlar al movimiento de masas durante su gobierno. En un reciente evento de la burguesía, con la presencia de una parte importante de las más importantes empresas del país, Lula comparó la situación brasileña con las huelgas que sacuden en este momento a Europa y preguntó: “¿Qué huelga importante sucedió aquí en los últimos años?”.

¿Quién ganó al final?

Los trabajadores señalan que tuvieron una victoria. Lamentablemente estamos obligados a disentir. En su cabeza, Dilma expresaba su lucha contra la derecha representante de la gran burguesía.
En realidad, la gran burguesía se dividió en las elecciones. Serra fue el candidato de la derecha tradicional, con una parte de la burguesía industrial y financiera paulista, las grandes empresas de los medios de comunicación (TVs y periódicos) y una parte de los agronegocios.

Dilma fue la candidata de un gran sector de la burguesía que creció mucho en el gobierno de Lula y aprendió a hacer buenos negocios con el PT. Son los bancos beneficiarios de las mayores tasas de intereses de todo el mundo, la construcción civil beneficiaria de las obras del Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) y del programa "Mi Casa, Mi Vida", grandes empresas que reciben financiamientos del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo). Eso incluyó una parte importante de los bancos (el Itaú y la familia Safra, por ejemplo), grandes constructoras, el sector de mineras (Eike Batista, el hombre más rico del país; Vale, la mayor empresa privada), comercio (Abilio Diniz, del Pan de Azúcar), siderurgia (Benjamin Steinbruch, dueño de la CSN –Compañía Siderúrgica Nacional) y muchos otros sectores.
Además, es necesario destacar que una parte de la burocracia petista está transformándose directamente en grandes burgueses, como es el caso de José Dirceu y Luis Gushiken.

El imperialismo se mantuvo equidistante en las elecciones, satisfecho con cualquiera de las dos opciones. Es evidente que los gobiernos imperialistas tienen excelentes relaciones con Lula, al punto de darle gran destaque en las reuniones internacionales y posibilitar tanto la Copa como las Olimpíadas en Brasil. No es para menos: Lula les asegura grandes ganancias e estabilidad, así como un papel de aliado en las crisis latinoamericanas. Además, mantienen la ocupación militar de Haití por seis años, al servicio del gobierno de los EE.UU.

El Financial Times, expresión del capital financiero internacional, en vísperas de la elección, apoyó en editoriales la candidatura de Serra. Pero los términos en que manifestó el apoyo son muy significativos. “Ambos son notablemente similares. Son socialdemócratas que creen en políticas promercado, con fuerte componente social”. Al final afirma que, con la victoria de Dilma, Lula va a seguir como un presidente paralelo y debe volver en el 2014. Y termina: "Al menos para interrumpir esa relación con el poder, Serra es la mejor opción para Brasil."
En esencia, los bancos extranjeros dicen que tanto Dilma como Serra son confiables pero, para evitar que el PT y Lula queden en el poder por 16 años, sería mejor que Serra fuese electo.

Existe una enorme diferencia con el Lula electo en el 2002, que ya tenía una alianza con una parte de la burguesía, pero que aún provocaba temores en los sectores mayoritarios del capital. Basta ver la inestabilidad financiera de aquella época (en que el dólar sobrepasó los R$ 4) y la estabilidad actual. Hoy el conjunto de la burguesía encaró la elección con tranquilidad (incluso la que apoyó a la oposición de derecha), y una parte importante apoyó a Dilma.
Los más esperanzados podrían decir que tanto los trabajadores como la gran burguesía pueden estar seguros al mismo tiempo al encontrar que salieron victoriosos en la elección de Dilma. Eso estaría bien de acuerdo con la ideología dominante de colaboración de clases. Pero la vida real no es así. En una sociedad dividida en clases, en general una clase gana cuando la otra pierde.

Incluso, eso puede verse en el crecimiento económico actual. En términos relativos, los trabajadores son más explotados hoy que en el gobierno de FHC. Producen mucho más, generan ganancias gigantescas y se quedan con una parte menor de esa ganancia que antes. ¿Cuál clase salió victoriosa de las elecciones, entonces? La gran burguesía, sin ninguna duda.
No tuvieron solamente una, sino por lo menos tres grandes victorias.
La primera de ellas fue elegir una candidata que, además de tener el respaldo de la alta burguesía y de la mayoría del congreso, aún tiene el apoyo mayoritario de los trabajadores del país y de sus principales organizaciones de masas, como la CUT, Fuerza Sindical, UNE, sindicatos, etc. Eso facilita muchísimo para retomar proyectos como la reforma de la jubilación, que ya está en estudio.

La segunda, fue la situación de relativa estabilidad económica y política del país en la cual se dieron las elecciones. En el debate, entre las dos principales candidaturas, jamás estuvo cuestionado el plan económico neoliberal que está siendo aplicado en el país. La discusión se generó sobre quién sería el mejor gerente para ese plan.
La tercera victoria para la burguesía es pasar a tener a Lula como una salvaguarda del régimen, que puede ser utilizado en momentos de crisis políticas. O, incluso, volver al poder en el 2014, con el recuerdo de las masas del crecimiento económico en su gobierno.

¿Cuáles son las perspectivas?

Los trabajadores eligieron a Dilma sin gran entusiasmo. No tienen expectativas de grandes cambios, apenas buscan defender las pequeñas conquistas, como empleo (incluso precarizado), la Bolsa Familia y los reajustes en el salario mínimo.
Incluso eso, sin embargo, estará en cuestión, en caso que la crisis económica, que ya golpea fuertemente a Europa, se generalice y alcance al Brasil. Si los gobiernos europeos atacan duramente a los trabajadores de sus países se puede imaginar lo que va a suceder en Brasil.
Ya en estos días el país sufre las consecuencias de la crisis, con mayores dificultades para sus exportaciones y un reversión en la balanza de pagos (que mide las relaciones económicas, como un todo, con el extranjero). En el período de crecimiento anterior, teníamos una balanza superavitaria. El año pasado ya tuvimos déficit y vamos a un rumbo de más de 50.000 millones de dólares en el 2010.
Como forma de prevenirse de la crisis, el equipo de gobierno de Dilma Roussef ya está planeando una reforma de la jubilación para el inicio del mandato. Aprovechándose del inevitable apoyo inicial, el nuevo gobierno, por las noticias de la prensa, ya estaría planeando una reforma que establezca una edad para la jubilación.
Lamentablemente, los trabajadores tendrán que hacer su propia experiencia de que no fue una aliada que acabó de ganar las elecciones. Nosotros queremos hacer ese alerta: el nuevo gobierno de Dilma va a atacar los derechos de los trabajadores como ustedes nunca imaginarían. Es necesario comenzar a preparar la resistencia contra la probable reforma de la jubilación del gobierno de Dilma.
 
Fuente: www.pstu.org.br

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